Las rodillas, el dolor, el cansancio, las plantas muertas del domingo y mi amiga en su descapotable gris.
Sh. No sucede nada, es domingo. El sol está pegando duro, ya huele a quemado. Mi amiga trabaja de modelo; los domingos se vuelve una muñeca de cera que se derrite en su coche.
la la la la la la la la la la la la la la la la la la.
La abuela, la plaza caliente, la iglesia.
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Un sello rojo desde afuera me está aplastando la mente.
Adentro y afuera.
La casa de la amiga de la tía Loreyna parece muy grande pero ha de ser muy chica. No se entiende bien si es una sala si es una tienda si es un patio si es un vestidor. Las camas se encuentran encerradas en armarios cuyas puertas enrejadas dejan todo entrever. El área es muy grande, es una sola pieza, varios armarios están como encastrados en las paredes, paredes sin lógica que surgen al improviso, solas, al azar. Me parece que en esa casa todas duermen juntas: la abuela, la madre, la hija, etc., etc.
La amiga de la tía Loreyna es una pintora, me acuerdo muy bien de ella y de su casa, aunque no creo que exista. ¿Sabrá la tía Loreyna que en mi cabeza ella tiene una amiga que afuera no existe?
Adentro y afuera.
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La gente que se comporta como si te conociera me angustia.
Más cuidado por favor, que me duele la garganta al pensar tan solo que, si me miro en el espejo del baño mientras me estoy lavando los dientes, y en ese momento pasa por la ventana abierta un avión, me pueden salir bigotes y un sombrero también.
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Las nubes del cielo que se quitan y se ponen algún día dejarán de pegarse en el pizarrón.
domingo, 25 de octubre de 2009
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