1. En la profunda noche, la luz resplandece sobre la humedad. Sale del bar un viejo con su perro, un tiempo un neurótico y testarudo, hoy un pobre hombre agotado. La presión acumulada, jamás evacuada, bien escondida en lo más esencial de sí, se ha vuelto inmóvil. Lleva una carta en la mano, llena del vital afecto de su hija. No la puede soltar. El nudo de la garganta se vuelve un muro hermético. El oxígeno se le detiene dentro. La mano con la carta se tuerce, luego el cuello, la cabeza, la espina dorsal. El cuerpo desaparece.
2. Estoy con mi madre frente al mar. No hay nada más que el agua, el horizonte y el cielo. La atmósfera es una nebulosa que resplandece dorada, plateada, rosada. Era el alba. O el atardecer. No importa. No es ya, no es solo, materia de mi memoria. Es un algoritmo presente en cada filamento vibrante que compone la realidad. Es el amor puro que resuena en mi corazón: "Tengo miedo del mar. Porque ruge".
-Rúgele.
"Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light. "
Dylan Thomas.